Mi alma necesita terapia

Si a tus brazos he de volver un día, donde me cobijes con tus palabras de aliento, en mi mente no habrá cabida para más lamentos de tu ausencia. Si me he entregado a la fantasía fue sólo para llenar el vacío de tu voz, si mis tardes ahora sólo traen tus recuerdos fue sólo para no quedarme sola disfrutando de un ocaso tras otro. Tu tienes eso que nadie más puede traer a mi vida: Esa felicidad efímera hace que nada sea más eterno que esos besos que nacen de los segundos previos a tu partida, o el eco de tu risa en el aire. Tu firmeza, tu llanto, tus miradas llenas de sinceridad, no son más que la llave del lugar donde encierro todo lo que siento por ti. Pero fuiste ingrato con mi amor; llamarlo locura no es más que desmerecerlo y denigrar algo tan sublime a un simple nivel de demencia. Me dices ciega pero no puedes ver más allá de lo que tiene la flor que puse en tu mano. Entonces todo mi mundo se derrumba y descubro ante mí que ya nada tienes que yo pueda querer. Todo el amor que era para ti te lo has llevado. Y en ese momento de desidia pienso que nada tiene sentido sin amor. Tal vez algún día aprendas del amor, tal vez yo también aprenda a olvidar el aroma de tu pelo o el pensamiento que me llevó a dejar este cuerpo, esa tarde donde todo se resumía en un simple paso entre antes y después de ti.